Si mis manos cogiesen tu cabeza
y yo mirase en ti tan hondamente
que te pudiera atravesar la frente,
poner los ojos sobre tu tristeza,
¡qué confidencia de naturaleza
-se me haría la vida transparente-
saber en ti, hallar súbitamente
origen de dolor a la belleza!
Y levantar con lentitud sagrada
mi corazón entonces y ponerlo
en esta ola de descubrimiento
a esperar que se cumpla tu mirada;
a ver el mundo resistir, a verlo
hacer banderas con el sufrimiento.
Te felicito por la muy buena de publicar un soneto, nada menos, del gran poeta español Antonio Gamoneda.
ResponderEliminarUn cordial saludo desde Buenos Aires.
Mariano Shifman