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lunes, 24 de septiembre de 2007

Solidaridad

Se podrá discutir mi erudición ornitológica y la eficacia de mis aperturas de ajedrez. Nunca faltará algún zopenco que niegue la exactitud astronómica de mis horóscopos, ¡pero eso sí!, a nadie se le ocurrirá dudar, ni un solo instante, de mi perfecta, de mi absoluta solidaridad.

¿Una colonia de microbios se aloja en los pulmones de una señorita? Solidario de los microbios, de los pulmones y de la señorita. ¿A un estudiante se le ocurre esperar el tranvía adentro del ropero de una mujer casada? Solidario del ropero, de la mujer casada, del tranvía, del estudiante y de la espera.

A todas las horas de la noche, en las fiestas patrias, en el aniversario del descubrimiento de América, dispuesto a solidarizarme con lo que sea, víctima de mi solidaridad.

Inútil, completamente inútil, que me resista. La solidaridad ya es un reflejo en mí, algo tan inconsciente como la dilatación de las pupilas. Si durante un centésimo de segundo consigo desolidarizarme de mi solidaridad, en el centésimo de segundo que lo sucede, sufro un verdadero vértigo de solidaridad.

Solidario de las olas sin velas... sin esperanza. Solidario del naufragio de las señoras ballenatos, de los tiburones vestidos de frac, que les devoran el vientre y la cartera. Solidario de las carteras, de los ballenatos y de los fraques.

Solidario de los sirvientes y de las ratas que circulan en el subsuelo, junto con los abortos y las flores marchitas.

Solidario de los automóviles, de los cadáveres descompuestos, de las comunicaciones telefónicas que se cortan al mismo tiempo que los collares de perlas y las sogas de los andamios.

Solidario de los esqueletos que crecen casi tanto como los expedientes; de los estómagos que ingieren toneladas de sardinas y de bicarbonato, mientras se van llenando los depósitos de agua y de objetos perdidos.

Solidario de los carteros, de las amas de cría, de los coroneles, de los pedicuros, de los contrabandistas.

Solidario por predestinación y oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad.

Oliverio Girondo


domingo, 23 de septiembre de 2007

Tu risa

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mi todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

Pablo Neruda

sábado, 22 de septiembre de 2007

Walking around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda

(Por sugerencia de Alicia)

viernes, 21 de septiembre de 2007

Junto al agua fría

Antonio Machado

Junto al agua fría,
en la senda clara,
sombra dará algún día
ese arbolillo en que nadie repara.
Un fuste blanco y cuatro verdes hojas
que, por abril, le cuelga primavera,
y arrastra el viento de noviembre, rojas.
Su fruto, sólo un niño lo mordiera.
Su flor, nadie la vio. ¿Cuándo florece?
Ese arbolillo crece
no más que para el ave de una cita,
que es alma —canto y plumas— de un instante,
un pajarillo azul y petulante
que a la hora de la tarde lo visita.

Haikú por bulería

Manuel Molina

Me gusta ver las barquillas
desde el puente de Triana
recostao en la barandilla...

Lago - Octavio Paz

Lago
Tout pour l'oeil,
rien pour les oreilles
Charles Baudelaire

Entre montañas áridas
las aguas prisioneras
reposan, centellean,
como un cielo caído.

Nada sino los montes
y la luz entre brumas;
agua y cielo reposan,
pecho a pecho, infinitos.

Como el dedo que roza
unos senos, un vientre,
estremece las aguas,
delgado, un soplo frío.

Vibra el silencio, vaho
de presentida música,
invisible al oído,
sólo para los ojos.

Sólo para los ojos
esta luz y estas aguas,
esta perla dormida
que apenas resplandece.

¡Todo para los ojos!
Y en los ojos un ritmo,
un color fugitivo,
la sombra de una forma,
un repentino viento
y un naufragio infinito.

jueves, 20 de septiembre de 2007

La rumbita de Margarita

La definición del vídeo es pobre, pero ¡Es tan bonita, Margarita!


Bondiguitas con arroz (Flaco, disco 1) - Yo voy soñando caminos...

De Machado, con retoques
voz: Begoña





Texte alternatif


Haiku (3)

Niño ante el monte Fuji. Katsushika Hokusai.

Contempla el niño,

sentado en una rama,

el monte al fondo.

(P. Crespo) Homenaje a Katsushika Hokusai.

Haiku (2)

Con la mentira

tanta sangre amasada.

Maldita guerra.

(P. Crespo)

Haiku (1)

Pasean los cisnes

sus interrogaciones

por el estanque

(P. Crespo)

Gracias a la vida

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes al hombre que yo amo.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano;
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.

(1964-1965) Violeta Parra (Gracias a la vida)

Escuchar

"Las Últimas Composiciones" es el último álbum grabado y editado por la folclorista y músico chilena Violeta Parra, lanzado a través del sello RCA Víctor en 1966. Contiene la mayoría de sus canciones clásicas, incluyendo "Gracias a la Vida", "Run Run Se Fue Pa'l Norte" y "Volver a los 17".

A fines de 1966 Violeta Parra, de regreso en Chile luego de una larga estadía en Europa, y a cargo de la famosa Peña de los Parra en la carpa de La Reina, en Santiago, decide grabar un LP con sus canciones compuestas más recientemente. Lo edita junto a la discográfica RCA Víctor, fuera de la casa matriz que había editado todos sus discos anteriores, EMI Odeón Chilena. En la época, el título hace referencia a las últimas canciones que Violeta había escrito: cuatro meses después de su edición, cambia completamente de significado. Violeta se quita la vida, haciendo que éste sea, de hecho, el último de sus álbumes editados en vida de la artista.

La desilusión con el amor causada por la ruptura con Gilbert Fauvre, el desdén de las instituciones nacionales, la mala racha de la Peña y otras razones tenían a Violeta en un estado de depresión. Había intentado quitarse la vida antes de febrero de 1967. Mucho de este dolor es perceptible en los versos de Las Últimas Composiciones, especialmente en "Run Run Se Fue Pa'l Norte" ("...yo me quedé en el sur / al medio hay un abismo / sin música ni luz"), la dramática queja que es "Maldigo del Alto Cielo" ("maldigo el vocablo amor / con toda su porquería") y la lúgubre alegría del "Rin del Angelito" ("cuando se muere la carne / el alma busca su sitio").

El tema ha sido interpretado por numerosos artistas a lo largo del mundo (Joan Baez, Mercedes Sosa, Inti Illimani, Joan Manuel Serrat, Cecilia, Los Bunkers, Milton Nascimento, Soledad, Gloria Simonetti, Myriam Hernández, Luis Jara y un enorme etcétera), y elegido en numerosas encuestas como la canción chilena más importante de toda la historia.

La que parece un canto a la vida es a la vez, por una de esas razones del destino, una canción de despedida. El 5 de febrero de 1967, a los cincuenta años de vida, y tras varios intentos fallidos, Violeta terminó con su vida, de un disparo en la sien, en la carpa de La Reina, dejando un inapreciable legado cultural, tanto por sus propias aportaciones como por haber rescatado del olvido gran parte del folclore chileno.

sábado, 8 de septiembre de 2007

El otro poema de los dones

Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez,
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
Jorge Luis Borges, El otro poema de los dones

jueves, 6 de septiembre de 2007

Gratitud

Gracias aroma
azul,
fogata
en celo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.
Oliverio
Girondo,
agradecido.
Oliverio Girondo

Historia y significado de la sopa de piedra


La historia de la sopa de piedra, que tiene diversas versiones en distintos países de Europa, es el paradigma de los buenos resultados que pueden conseguirse gracias a la colaboración entre personas. Cuenta esta historia que, en época de hambruna, alguien especialmente necesitado colocó una gran marmita en la plaza central de un pueblo, la llenó de agua y depositó en su interior una piedra tan limpia como singularmente bella. Al rato un paisano curioso se le acercó para preguntarle qué hacía.
--Preparo una suculenta sopa- le contestó nuestro hombre, --aunque para obtener el sabor supremo convendrían algunos ingredientes de los que desdichadamente carezco.

El buen paisano se apresuró a aportar unas pocas verduras que tenía. Pronto se acercaron más curiosos, y todos quisieron mejorar la sopa con sus escasas contribuciones, a cambio de un plato. Esa noche cenaron todos una riquísima sopa, y hubo baile en el pueblo, y durante una noche todos olvidaron el hambre y el rigor del invierno.

En este blog tienen cabida aportaciones propias de los colaboradores o bien obras preferidas de otros autores, pues es bien cierto que, como dice María Zambrano (gracias, Begoña), "Cuando elijo me estoy eligiendo".