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miércoles, 12 de marzo de 2008

Y también de Octavio Paz, Epitafio para un poeta

EPITAFIO PARA UN POETA

Quiso cantar,
cantar para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.

Octavio Paz, 1944

martes, 8 de enero de 2008

Epitafio de Rainer Maria Rilke

Rilke, retratado por Paula Modersohn-Becker

Rose, oh reiner Widerspruch, Lust,

Niemandes Schlaf zu sein unter soviel
Lidern.

Rosa, oh contradicción pura, placer,
ser el sueño de nadie bajo tantos
párpados.

Epitafio de Rainer Maria Rilke

El poeta murió el 29 de diciembre de 1926 en el sanatorio suizo de Val-Mont, y fue sepultado el 2 de enero de 1927 en el cementerio de Raron (Valais).

martes, 1 de enero de 2008

Otro epitafio y una loa

Y los que se pudieron leer y sacar en limpio fueron los que aquí pone el fidedigno autor desta nueva y jamás vista historia. El cual autor no pide a los que la leyeren, en premio del inmenso trabajo que le costó inquerir y buscar todos los archivos manchegos, por sacarla a luz, sino que le den el mesmo crédito que suelen dar los discretos a los libros de caballerías, que tan validos andan en el mundo; que con esto se tendrá por bien pagado y satisfecho, y se animará a sacar y buscar otras, si no tan verdaderas, a lo menos de tanta invención y pasatiempo.

Las palabras primeras que estaban escritas en el pergamino que se halló en la caja de plomo eran éstas:

LOS ACADÉMICOS DE LA ARGAMASILLA,
LUGAR DE LA MANCHA,
EN VIDA Y MUERTE DEL VALEROSO
DON QUIJOTE DE LA MANCHA,

HOC SCRIPSERUNT:

EL MONICONGO, ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA,
A LA SEPULTURA DE DON QUIJOTE

Epitafio

El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón decreta;
el jüicio que tuvo la veleta
aguda donde fuera mejor ancha,
el brazo que su fuerza tanto ensancha,
que llegó del Catay hasta Gaeta,
la musa más horrenda y más discreta
que grabó versos en la broncínea plancha,
y en muy poquito a Galaores tuvo,
el que hizo callar los Belianises,
aquel que en Rocinante errando anduvo,
yace debajo desta losa fría.

DEL PANIAGUADO, ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA,

In laudem Dulcineae del Toboso

Soneto

Esta que veis de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso,
de quien fue el gran Quijote aficionado.
Pisó por ella el uno y otro lado
de la gran Sierra Negra, y el famoso
campo de Montïel, hasta el herboso
llano de Aranjüez, a pie y cansado.
Culpa de Rocinante, ¡oh dura estrella!,
andante caballero, en tiernos años,
ella dejó, muriendo, de ser bella;
y él, aunque queda en mármores escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños.

Epitafios literarios

DEL CACHIDIABLO, ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA,
EN LA SEPULTURA DE DON QUIJOTE

Epitafio

Aquí yace el caballero,
bien molido y mal andante,
a quien llevó Rocinante
por uno y otro sendero.
Sancho Panza el majadero
yace también junto a él,
escudero el más fïel
que vio el trato de escudero.

DEL TIQUITOC, ACADÉMICO DE LA ARGAMASILLA,
EN LA SEPULTURA DE DULCINEA DEL TOBOSO

Epitafio

Reposa aquí Dulcinea;
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea,
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue llama,
y fue gloria de su aldea.

Éstos fueron los versos que se pudieron leer; los demás, por estar carcomida la letra, se entregaron a un académico para que por conjeturas los declarase. Tiénese noticia que lo ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho trabajo, y que tiene intención de sacallos a luz, con esperanza de la tercera salida de don Quijote.

Forsi altro canterà con miglior plectio.

Finis

De El Quijote (bueno, de El Ingenioso Hidalgo de no sé qué...), de Miguel de Cervantes.
(Fragmento de El Quijote, del final de la primera parte, aportado aquí por añadir condimento a la bandeja de epitafios servida por Lingus.)

Addenda, en donde se reconoce que Alina M. fue la pionera en el aporte de epitafios: el 22 de diciembre de 2007 incluyó el poema "Epitafio", de Nicanor Parra. El autor de esta nota no se perdona semejante olvido, y ya va por la avemaría número setenta de las setenta veces siete que se ha impuesto como penitencia, amén de las flagelaciones que deja para el verano, que tampoco es cosa de ponerse en cueros bajo este clima tan inhóspito. Porque lo piensa llevar a cabo públicamente, para mayor escarmiento. Amén.

domingo, 30 de diciembre de 2007

EPITAFIOS

Como soy un poco bicho raro, tengo una extraña afición por los cementerios. No creáis que es gratuito; los cementerios son los mejores museos de escultura de cualquier ciudad y además fuente de inspiración. Los hay grandes y ricos, como el de Milán o como el de Montjuich; otros son pequeños y hermosos como los de cualquier pueblecito de la Cerdanya; algunos se han hecho famosos, como el Cementiri de Synera, pero sin duda, en casi todos encontramos muestras del humor del ser humano especialmente en los epitafios, es decir en la Inscripción que se pone sobre una sepultura.

Los epitafios, como los testamentos, la gente los rechaza y no quiere pensar en ellos, como si el mero hecho de pensar acercara a la muerte, pero es evidente, como ahora os demostraré, que no puede dejarse al arbitrio de cualquiera lo que ha de constar como última frase para vuestra eternidad.
Si hablamos de epitafios, tal vez el mas famoso es el que dicen que hay en la tumba de Groucho Marx, que con su sarcasmo característico dice: «Disculpe que no me levante, señora».
Algunos tienen mala leche y quieren dejar constancia de los hechos, como el que se puede leer en una tumba del cementerio de Salamanca y que dice: «Con amor de todos tus hijos, menos Ricardo que no dio nada».

O el de una pareja de hecho fallecida en accidente y a quien el obispado les negó la extremaunción por vivir en pecado y que a modo de poema dice: «Eran muy buenos los dos, y fueron de Dios en pos, como va todo el que muere, pero no están junto a él, porque el obispo no quiere».
Otros, denotan la forma de ser del difunto, como el que dicen que consta en la tumba de Orson Welles: «No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores».

O el de la lápida de Unamuno que dice «Solo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo ».

O el de aquel fraile de clausura en cuya lápida puede leerse: «Frai Diego aquí reposa, en su vida no hizo otra cosa».

Pero los mas comunes son los que hacen referencia al descanso del difunto y de sus deudos, como lo que pone una esposa en la tumba de su marido: «Aquí yaces y yaces bien, tú descansas y yo también».

U otro muy similar, también en la tumba de un difícil compañero: «Ya estás en el paraíso, y yo también».,

En igual sentido, un marido hizo inscribir en la lápida de su esposa: «Tanta paz encuentres, como tranquilidad me dejas».

O la de aquel yerno que hizo gravar a su madre política: «Señor, recíbela con la misma alegría con la que yo te la mando».

Pero también sucede al revés, como en una lapida erigida por la suegra a su yerno en la que se podía leer: «Descansa en paz hasta que volvamos a encontrarnos».
Otros denotan sentido del humor, como aquel hombre que pesaba 140 kilos e hizo infinitas curas de adelgazamiento sin lograrlo e hizo inscribir en su tumba: «Por fin me quedé en los huesos».
En una tumba del cementerio de Guadalajara puede leerse: «A mi marido, fallecido después de un año de matrimonio. Su esposa con profundo agradecimiento». no queda muy claro si la causa de ese profundo agradecimiento era el amor recibido, o la herencia que dejaba.

Un marido, despechado, hizo inscribir sobre la tumba de su mujer: «Aquí yace mi mujer, fría como siempre».
Y en otro cementerio, una mujer puso sobre la tumba de su marido: «Aquí yace mi marido, al fin rígido».
También se puede ver como ha vivido la gente agobiada por la economía: así se puede leer: “Algo tengo, por cierto, aquí no pagaré ningún descubierto».

O En el cementerio de la Almudena de Madrid se encuentra uno que reza: «Aquí estoy con lo puesto, y no pago los impuestos». Bueno, él ya no los paga, pero si sus herederos, porque yacer bajo tierra no es gratis, ni mucho menos.
También los hay con claras referencias a los errores médicos, como aquel que dice: «Fallecido por la voluntad de Dios y mediante la ayuda de un médico imbécil».

U otro que simplemente deja constancia: «Ya os decía que ese médico no era de fiar».

También los hay a la inversa, como aquel de un médico que ponía: «Aquí yace uno por quien yacen muchos en este lugar».
Finalmente, En la sepultura de un aprensivo que creyendo estar muy enfermo, intentó curarse con mejunjes y potingues: «Aquí yace un español, que estando bueno quiso estar mejor».

U otros que simplemente insisten en que no se les hizo caso: «Veis como sí que estaba enfermo».
Estos son algunos de los epitafios que he podido recopilar y que me han arrancado mas de una sonrisa. Solo por ello vale la pena pasear por los cementerios de este mundo.

En definitiva, vigilar a quien se le encarga buscar la frase ideal que ha de constar en vuestra tumba.
Lingus (27/04/2001) (con la colaboración de la red)