Cada noche siembra alguna ausencia...
Mario, Mario, Mario.
Gracias por el fuego,
de tus palabras todas,
y por tantas tus flechas
---el corazón la diana---,
y por todos los dardos
que lanzabas al Norte.
Para una semblanza, visitar este sitio.
Y nada más porque, como nos enseña Eduardo Galeano, el dolor se dice callando.
lunes, 18 de mayo de 2009
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