La historia de la sopa de piedra, que tiene diversas versiones en distintos países de Europa, es el paradigma de los buenos resultados que pueden conseguirse gracias a la colaboración entre personas. Cuenta esta historia que, en época de hambruna, alguien especialmente necesitado colocó una gran marmita en la plaza central de un pueblo, la llenó de agua y depositó en su interior una piedra tan limpia como singularmente bella. Al rato un paisano curioso se le acercó para preguntarle qué hacía.
--Preparo una suculenta sopa- le contestó nuestro hombre, --aunque para obtener el sabor supremo convendrían algunos ingredientes de los que desdichadamente carezco
El buen paisano se apresuró a aportar unas pocas verduras que tenía. Pronto se acercaron más curiosos, y todos quisieron mejorar la sopa con sus escasas contribuciones, a cambio de un plato. Esa noche cenaron todos una riquísima sopa, y hubo baile en el pueblo, y durante una noche todos olvidaron el hambre y el rigor del invierno.
En este blog tienen cabida aportaciones propias de los colaboradores o bien obras preferidas de otros autores, pues es bien cierto que, como dice María Zambrano (gracias, Begoña), "Cuando elijo me estoy eligiendo".
3 comentarios:
Qué presentación más bonita pneuma. Volveré a visitaros.Saludos.
¡Qué bueno!
Mamá solía decir algo así como "comer piedra hervida".
No recuerdo el contexto en que lo mencionaba como un "dicho", pero lo decía a menudo.
Mamá (nacida en 1920) es hija de sicilianos. Quizás lo que decía esté relacionado con tu anécdota.
Como sea, se la comentaré mi mamá.
: )
si, me gusta... le he sacado mucho partido a esta historia... me gustaría compartir contigo, si quieres te hago enlace con algún blog mío. Saludos!
llucià pou sabaté
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