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sábado, 22 de noviembre de 2008

Dedicatoria de un libro



Cuando yo digo el nombre de María,
que para mí es la voz del agua clara,
es como si a los campos me asomara
con la mano de un niño entre la mía.

Porque su nombre es campo en lejanía
con mastranteros de fragante vara
y ella en las manos lleva y en la cara
los olores suavísimos del día.

Así pues fue el amor, sencillamente,
quien su nombre inscribió sobre mi frente
con cinco letras de melancolía.
(Así pues fue el amor, sencillamente).

Y no es mi voz sino el amor quien canta
como espiga sonora en mi garganta
cuando yo digo el nombre de María.
(Cuando yo digo el nombre de María).

(Aquiles Nazoa - Horacio Salinas)

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