Madrigal algébrico, en compás de dos elevado al cubo, a Margarita Mejía.
Margarita: Flor sin gloria.
Aquellos que la deshojan,
se ajustan a la esencia
del álgebra binaria,
en la espera de por cuál
costado vendrá a morir.
Matemática cadencia,
péndulo de no y del sí.
Margarita : tú, sin penas.
Eres una buena amiga,
de las mentes electrónicas,
pero cuando te deshojas,
a toda hora, para todos,
tú ya no aplicas el álgebra
de una forma tan armónica :
tan solo el sí generoso,
de tu código se alcanza.
Margarita, sabes reir,
y yo te suelo pensar,
en inocente flirteo
con medio vaso de whisky
a equilibrada distancia,
o en seriedad respetable
sobre tu mesa inclinada
trabajando, siempre obrera.
Margarita, esta tarde
ven a cenar con nosotros;
te pondremos mantel limpio,
y te haremos comer poco,
y podrás cenar de pie,
también, si así lo deseas.
P. Crespo (año de María Castaña, la fotocopia es de color sepia)
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