Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
[original:
Als die Nazis die Kommunisten holten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Kommunist.
Als sie die Sozialdemokraten einsperrten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Sozialdemokrat.
Als sie die Gewerkschafter holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Gewerkschafter.
Als sie die Juden holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Jude.
Als sie mich holten,
gab es keinen mehr, der protestieren konnte.
]
Este breve sermón/poema se ha convertido con el tiempo en un pequeño credo de la conciencia civil. Su autor es Martin Niemöller, pastor luterano alemán que estuvo prisionero durante la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Dachau. En cierto modo se trata de una confesión de sus propios pecados e incluso un resumen de su biografía por parte de Noemöller, que llegó a estar de acuerdo inicialmente con la política anticomunista y antisemita de Adolf Hitler.
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Ninguna nación ha reprochado frontalmente a la Administración Bush por esta matanza (ah, sí, ahora recuerdo que el Papa dijo algo así como "Haya paz"). Y es que claro, vinieron por los iraquíes, pero nosotros no somos iraquíes.
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