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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Credo

REZO EL CREDO

Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra;
creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,
creo en la cualidad aérea del ser humano,
configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose
como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
creo en Rainer María Rilke héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia,
creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles,
junto a sus sienes un resplandor de estrellas,
creo en el perro de Ulises,
en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe,
creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta,
el beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero,
creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y en fin,
creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama..

Aquiles Nazoa
Poeta venezolano
1920 -- 1976

Este poema nos trae a la memoria el titulado Oración, de Gloria Fuertes, ya presentado en este blog. 

6 comentarios:

Alina M dijo...

Abrumadoramente bello.

Recordé, sin intención de comparar, la lista que hace Woody Allen en "Manhattan", sobre las cosas por las que vale la pena vivir.

Tendríamos que buscar más de estos inventarios...

Muéstranos el tuyo, Pedro Crespo.

Unknown dijo...

que bueno que subieras "Rezo el credo" a tu blog, hace 30 años que acompaña mi vida y mi mirada sobre ella
gracias por darle espacio a Aquiles

miguel

Unknown dijo...

Aquí va otra maravilla de Aquiles Nazoa 

La historia de un caballo que era bien bonito 

Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines. Todos estábamos muy
contentos con esa costumbre del caballo; y el caballo también porque como se
alimentaba de jardines, cuando uno le miraba los ojos las cosas se veían de todos
los colores en los ojos del caballo. Al caballo también le gustaba mirarlo a uno con
sus ojos de colores, y lo mejor del asunto es que con los ojos de ese caballo que
comía jardines se veían todas las cosas que el caballo veía, pero claro que más
bonitas, porque se veían como si tuvieran siete años. Yo a veces esperaba que el
caballo estuviera viendo para donde estaba mi escuela. El entendía la cosa y miraba
para allá, y entonces mi hermana Elba y yo nos íbamos para la escuela a través de
los ojos del caballo.

¡Qué caballo tan agradable!

A nosotros cuando más nos gustaba verlos era aquellos domingos por la mañana
que estaban tocando la retreta y ese caballo de colores llegaba por ahí vistiéndose
de alfombra por todas partes que pasaba.

Yo creo que ese caballo era muy cariñoso. Ese caballo tenía cara de que le hubiera
gustado darle un paseíto a uno, pero quien se iba a montar en aquel pueblo en un
caballo como ese, pues a la gente de ahí le daba pena; ahí nadie tenía ropa
aparente.

Como sería de bonito ese caballo que con ese caballo se alzó Miranda contra el
gobierno porque se inspiró en el tricolor de sus labios y en el rubio de sus ojos.

Ese caballo si se veía bonito cuando estaban tocando ahí esa retreta y el Señor
Presidente de la Sociedad de Jardineros lo traía para que se desayunara en la plaza
pública.

Que caballo tan considerado. Ese caballo podía estar muy hambriento, pero cuando
los jardineros lo traían para que se comiera la plaza, el sabia que en el pueblo había
mucha gente necesitada de todo lo que allí le servían, y no se comía sino a los
músicos.

Y los músicos encantados. Como el caballo estaba lleno de flores por dentro, ellos
ahí se sentían inspirados y se la pasaban tocando música dentro del caballo.

Bueno, y como el caballo se alimentaba de jardines y tenía todos los colores de las
flores que se comía, la gente que pasaba por ahí y lo veía esperando que los
jardineros le echaran su comida decían: míreme ese caballo tan bonito que está ahí
espantándose las mariposas con el rabo.

Como sería de bonito ese caballo que con ese caballo se alzó Miranda contra el
gobierno porque se inspiró en el tricolor de sus labios y en el rubio de sus ojos.
Y el caballo sabía que decían todo eso, y se quedaba ahí quietecito sin moverse
para que también dijeran que aquel caballo era demasiado bonito para vivir en un
pueblo tan feo, y unos doctores que pasaron lo que dijeron es que lo que parecía
ese caballo es que estaba pintado en el pueblo.

¡Así era de bonito ese caballo!

Todo el mundo era muy cariñoso con ese caballo tan bonito, y más las señoras y
señoritas del pueblo, que estaban muy contentas con aquel caballo que se
alimentaba de jardines. ¿No ve que como consecuencia de aquella alimentación lo
que el caballo echaba por el culito eran rosas?

Así, cuando las damas querían adornar su casa o poner un matrimonio, no tenían
más que salir al medio de la calle y recoger algunas de las magníficas rosas con
que el caballo le devolvía sus jardines al pueblo.

Una vez en ese pueblo se declaró la guerra mundial, y viendo un general el
hermoso caballo que comía jardines, se montó en él y se lo llevó para esa guerra
mundial que había ahí, diciéndole: mira caballo, déjate de jardines y de maricadas
de esas y ponte al servicio de tal y cual cosa, que yo voy a defender los principios y
tal, y las instituciones y tal, y el legado de yo no se quien, y bueno, caballo, todas
esas lavativas que tu sabes que uno defiende.

Apenas llegaron ahí a la guerra mundial, otro general que defendía el patrimonio y
otras cosas así, le tiró un tiro al general que estaba de este lado de la alcabala, y al
que mató fue al caballo que se alimentaba de jardines, que cayo a tierra echando
una gran cantidad de pájaros por la herida porque el general lo había herido en el
corazón.

La guerra por fin tuvo que terminarse porque si no hubiera quedado a quien
venderle el campo de batalla.

Después que terminó la guerra, en ese punto que cayó muerto el caballo que comía
jardines, la tierra se cubrió de flores.

Una vez venía de regreso para su pueblo uno que no tenía nombre y estaba muy
solo y había ido a recorrer mundo buscando novia porque se sentía bastante triste,
¿no ve que le mataron hasta el perro con eso de la defensa de los principios y tal?,
y no había encontrado novia alguna porque era muy pobre y no tenia ninguna
gracia.

Al ver ese reguero de flores que había ahí donde había muerto el caballo que comía
jardines, el hombre cogió una de su gusto y se la puso en el pecho.

Cuando llegó al pueblo encontró a su paso una muchacha que al verlo con su flor
en el pecho, dijo para ella misma: que joven tan delicado que se pone en el pecho
esa flor tan bonita. Hay cosas bonitas que son tristes también, como esa flor que se
puso en el pecho ese joven que viene ahí. Ese debe ser una persona muy decente y
a lo mejor es un poeta.

Lo que ella estaba diciendo dentro de ella con ese asunto, el hombre no lo escuchó
con el oído, sino como lo oyó fue con esa flor que tenía en el pecho.

Eso no es gracia; cualquiera pude oír cosas por medio de una flor que se ha puesto
en el pecho. La cuestión es que uno sea un hombre bueno y que reconozca que no
hay mayores diferencias entre una flor colocada en el pecho de un hombre y la
herida de que se muere inocentemente en el campo un pobre caballo.

Qué iba a hacer, le regaló a aquella bonita muchacha la única cosa que había tenido
en su vida, le regaló a la muchacha aquella flor que le servía a uno para oír cosas:
¿quién con un regalo tan bueno no enamora inmediatamente a una muchacha?

El día que se casaron, como el papá de ella era un señor muy rico porque tenía una
venta de raspado, le regaló como veinticinco tablas viejas, dos ruedas de carreta y
una moneda de oro.

Con las veinticinco tablas el hombre de la flor se fabricó una carreta y a la carreta
le pintó un caballo, y con la moneda de oro compro una cesta de flores y se las dio
de comer al caballo que pinto en la carreta, y ese fue el origen de un cuento que
creo haber contado yo alguna vez y que empezaba: "Yo conocí un caballo que se
alimentaba de jardines".
 

Pneuma dijo...

Para Alina:
Es buena idea, pero en el fondo este blog es principalmente una persecución de salvavidas para este naufragio que en definitiva es la propia vida.

Pneuma dijo...

Para Miguel:

Gracias por esta aportación, que me apresuro a incluir en el blog, ahora que estamos en la racha de Aquiles Nazoa. Me acababa de llegar también directamente desde la misma Venezuela. Y me trae recuerdos también, por haberla visto representada como pieza teatral.

Unknown dijo...

Gracias por tus gracias, pertenezco al universo afortunado de los que conoció su obra no siendo venezolano. Soy poseedor de "Humor y amor" a esta altura un incunable en edición de lujo del que me nutro en momentos especiales.