Desde que lo supe
la noche es un pozo ancho de espuma ciega,
bajo un horizonte frío la luna oculta
su palidez de anciana y una tos de tisis
y al otro lado del mundo, desconsolado,
bebiendo ceniza para asfixiar el llanto,
el sol surca el día esclavo de su sendero.
Atraviesan mis insomnios insectos rotos:
charreteras, botonaduras y galones
son la baba del miedo, el pus para la muerte.
En sórdidas celdas hace el terror sus nidos
y en ellas pone sus huevos y se alimenta.
Estatuas con sotana y ojos de madera
flanquean las sendas que llevan a la nada.
Naciste en Chacabuco y estás en ningún sitio.
Escupo a la maldad porque vuela tan raso,
tiene infectas las uñas y cubierto el rostro.
Maldigo a quienes secaron la calma fuente
de las palabras que manaban de tu pluma.
Trombas de lágrimas anegan mi garganta
y el llanto me reclama, hermano suspirante.
A la memoria de Haroldo Conti.
2 comentarios:
Tú, Pedro, estás creciendo.
Es verdad, es lo que tiene salir de la adolescencia.
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