José González,
segundo auxiliar de Contaduría,
lleva el portafolios lleno de granadas de mano.
Mira pensativamente el subterráneo de las 7 y 45
y ¡BOM! ¡BIM! ¡BAM!
Después, al entrar en su oficina,
ve el auto del gerente estacionado en la puerta,
y ¡PJJJ! ¡CHFFF! ¡BOOOOOOOMMM!!
porque el señor González
lleva también algún bazooka en el portafolios,
por las dudas.
Cuando el gerente le pide las planillas,
él dice sí señor y sí señor,
pero cuando el gerente se da vuelta
¡RAT-TA-TA-TA-TA-TA-TA!!!
y las cabezas de todos los gerentes del mundo
vuelan en pedacitos
por el luminoso cielo de setiembre
como si fueran golondrinas.
Humberto Costantini
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