Esta hoja de marfil y su bastón de arena
que sabe del vuelo legendario de puentes y
de remolinos, de los altos adioses que cometen
las plateadas golondrinas.
Por la ciudad que cruza el juego de sus lunas
de fiesta, saciada de esquinas y de puertas,
y el naipe del dolor persigue y se
despierta del sueño de sus torres.
El hombre que se hunde en el ojo de su espejo,
el hombre que se enfrenta con el cielo,
navega en la palabra sus hábitos de cuento
y de infinito.
y la pared que se levanta siempre
para recordarnos
nuestra lucha diaria con la muerte.
que sabe del vuelo legendario de puentes y
de remolinos, de los altos adioses que cometen
las plateadas golondrinas.
Por la ciudad que cruza el juego de sus lunas
de fiesta, saciada de esquinas y de puertas,
y el naipe del dolor persigue y se
despierta del sueño de sus torres.
El hombre que se hunde en el ojo de su espejo,
el hombre que se enfrenta con el cielo,
navega en la palabra sus hábitos de cuento
y de infinito.
y la pared que se levanta siempre
para recordarnos
nuestra lucha diaria con la muerte.
Aún es otoño,
por algunos días más será otoño,
algunas canciones son inmensamente blancas,
no me hagas recordar las hojas que me hundieron
su óxido en el pecho.
Prefiero los restos milagrosos del sol
trepándome los brazos con pinceladas de oro.
El pequeño tiempo se estrella fugaz contra mis venas,
la ciudad está armada diariamente por sus preguntas verdes,
la noche va mordiendo los puentes y las fábricas
los hombres van armando su antiguo itinerario
con el amor cansado sobre el puerto de un ala,
por la vejez del barrio con su perfil de sueños,
de azules barriletes que les riegan los ojos
ARIAS BEATRIZ
1 comentario:
Celebro que te presentes trayendo de la mano a una poeta argentina de tanto talento.
Con tu permiso he incluido la etiqueta Beatriz Arias.
Una observación, no obstante. ¿No se trata de dos poemas distintos de la misma autora?
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