Si rodaran las lunas
como suelen rodar,
cuando tu luna toque
nacerás, para inútil
juguete entre dos playas
de arena hecha de ceros.
Si arrastrases la herencia
de nudos de mi frente,
si trajeras del sueño
mis cargas de ansiedad,
serán desde algún día,
en antítesis grave,
la vida y la muerte,
compañeras absurdas,
tus enemigas fieras.
Te acunarán primero
ensueños de algodones,
y te irán despertando
en dulce procesión
dádivas de fragancias,
y las suaves heridas
de la naturaleza,
cuando se dé la vida
con sus besos tranquilos
en tu sangre aún no espesa.
Pero, más adelante,
si has copiado el veneno
dañino de mi entraña,
crecerán una vez
alas a tus preguntas,
y levantará el vuelo
peligroso tu espíritu.
Y sentirás que duele
en el alma del alma
ver cómo tus cuestiones
resbalan torpemente
por un hiperboloide
de nada y de reflejos,
y descubrir al tiempo
cómo regresan trozos
en rechazo incoherente,
con disfraz de respuestas.
Te volverás a mí,
para acusarme, acaso.
Yo, ahora, adelanto,
antes de que me embriague
el pozo de tus ojos
y de que me ciegue
tu mímica incipiente,
la medida probable
de mi parte de culpa
en este teatro necio
de tú actor, nada el resto.
Confieso que no vienes
de mi eslabón-consciencia
impulsada a seguir
forjando una cadena:
provienes sobre todo
de mi carga de simio
copión y lacrimoso.
Y más que de mí mismo
del azar eres hijo,
que a unos naipes borrachos
de cromosomas ciegos
te jugó la partida.
En mi arrepentimiento,
para purgar, prometo,
esconderte verdades,
quiero decir el hueco
vacío de las mentiras
redondas que me asfixian.
Te arrullaré con nanas
que me sé, caramelos
para dormir despierto,
para morir en vida.
Y espero,
que si las lunas ruedan
como suelen rodar,
cuando mi luna toque,
me sabrás perdonar.
P. Crespo
1 comentario:
Muy hermosa nana. Se lee, y parece escucharse su música...
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