En la distante
bruma del tiempo
desde Egipto llegasteis.
Con el grano os trajeron
para cuidar del grano,
y como grano desparramado.
a lo amplio
de la vieja ciudad
os fuisteis sembrando.
Os he visto
bajo mostradores
de especias,
vuestra piel rivalizando
con la seducción
de su oferta de colores.
Os contemplé esfinges
al pie de minaretes
y dormitar confiados
sobre alfombras apiladas
y os diría,
si pudiera,
que no hay diseño
como la trama bruja
de vuestro manso pelo.
Os sorprendí
fingidos guardianes
junto a puertas
de sinagogas
y os pude ver
altivos sultanes
paseando vuestra
majestad
por jardines de
palacios que fueron.
Erais saetas
cruzando corredores
de bazares
y olvidaba yo el mar
si en los muros
vuestras siluetas
se recortaban
sobre el Bósforo.
Os recuerdo
cruzando calles
indiferentes
y calmos
entre torrentes
de multitud.
Hechiceros
de la noche:
os miré
una vez
a los ojos
y supe innecesarias
las luminarias
de la altura.
P. Crespo
martes, 20 de mayo de 2008
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1 comentario:
Como Noé en su arca te imagino, Pedro,
en la puerta de tu casa ante una larga fila de animales que vienen a reclamar, cada uno, su poema, provocados por los ahora presumidos gatos de Estambul.
Muy precioso poema, en verdad.
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