Era inevitable que, más pronto o más tarde, trajésemos aquí a este emotivo poema de Miguel Hernández, que en la voz de Joan Manuel Serrat ---sin olvidar la orquestación musical que la acompaña (el disco se grabó en Milán, al igual que el de Machado y algunas otras producciones)--- refleja toda la dimensión humana que encierra. Se dice que este poema fue escrito dedicado a su hijo cuando el poeta, ya en la cárcel y enfermo, recibió una carta en la que su mujer le contaba que, con un niño nacido no hacía mucho, se alimentaba apenas de cebolla y pan. Las ilustraciones que acompañan el montaje de este vídeo son también un perfecto telón de fondo que retrata el pozo de dolor y de penuria en el que se hundió España como consecuencia de la guerra civil, que representó una involución de más de un siglo en la renta económica del país. En las leyes, en educación, derechos de la mujer, laicismo auténtico, derechos del trabajador y otros aspectos, España se había colocado repentinamente a la cabeza del mundo civilizado. Pero eso estaba condenado a ser solamente un relámpago entre dos noches. Ni los que siempre habían detentado el poder y el control del dinero, ni la Iglesia católica que veía cómo todo un país iba camino de escaparse de su control casi absoluto, ni un ejército en el que abundaban mandos anclados todavía a criterios decimonónicos podían consentir esa promesa de milagro, y así la máquina de matar se puso en marcha.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
Miguel Hernández
Nota: Hemos incluido la letra porque la canción omite algunas estrofas.
En este enlace hallarán los interesados una detallada reseña biográfica de Joan Manuel Serrat , en lo que respecta a sus actuaciones y producciones discográficas. Siguiendo con Serrat, vale también la pena consultar lo que se dice en esta entrevista.
lunes, 21 de abril de 2008
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