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miércoles, 5 de marzo de 2008

Preludio para el año 3001

Conocí esta para mí bellísima canción a través de la voz de Amelita Baltar, y aquí la deposito a la espera del año tres mil uno. Soy consciente de que, a semejanza de lo que ocurre con el flamenco, hay quienes consideran que este tipo de canciones se escapa de los cánones del tango, pero con independencia de clasificaciones, encuentro que la letra es un poema encantador y que el ritmo que le imprime Amelita es el exacto.

La letra de Horacio Ferrer y la música de Astor Piazzola.






Renaceré en Buenos Aires en otra tarde de Junio,
con estas ganas tremendas de querer y de vivir.
Renaceré fatalmente, seré el año tres mil uno
y habrá un domingo de otoño por la plaza San Martín.

Le ladrarán a mi sombra los perritos vagabundos,
con mi modesto equipaje llegaré del Más Allá,
y arrodillado en mi Río de la Plata lindo y sucio,
me amasaré otro incansable corazón de barro y sal.

Y vendrán tres lustrabotas, tres payasos y tres brujos,
mis inmortales compinches gritándome "¡Fuerza, che,
nacé, nacé, dale pibe, metéle hermano, que es duro,
pero muy bueno el oficio de morir y renacer!"

Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para creer, para luchar.

Tendré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido, ¡yo podré!
Mi Buenos Aires siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!

Renaceré de las cosas que he querido mucho, mucho,
cuando los dioses de casa digan bajito "Volvió..."
Yo besaré la memoria de tus ojos taciturnos,
para seguirte el poema que a medio hacer me quedó.

Renaceré de las frutas de un mercado con laburo,
y de la mugre serena de un romántico café,
de un sideral subterráneo Plaza de Mayo a Saturno
y de una bronca de obreros por el sur renaceré.

Pero verás que renazco en el año tres mil uno,
y con muchachos y chicas que no han sido y que serán,
bendeciremos la tierra, tierra nuestra, y te lo juro
que a Buenos Aires de nuevo nos pondremos a fundar.

Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para creer, para luchar.

Traeré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido ¡yo podré!
Mi Buenos Aires del siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!

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