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lunes, 31 de marzo de 2008

A UNOS ÁLAMOS BLANCOS, de D. Luis de Góngora

(Nota de Lingus: hoy también, como no, quiero empezar haciendo crecer mi particular alameda para nuestra querida amante de los álamos... Con todo cariño, dos de álamos de Góngora)


A UNOS ÁLAMOS BLANCOS

Verdes hermanas del audaz mozuelo

Por quien orilla el Po dejastes presos
En verdes ramas ya y en troncos gruesos
El delicado pie, el dorado pelo,

Pues entre las rüinas de su vuelo

Sus cenizas bajar en vez de huesos,
Y sus errores largamente impresos
De ardientes llamas vistes en el cielo,

Acabad con mi loco pensamiento,
Que gobernar tal carro no presuma,
Antes que le desate por el viento

Con rayos de desdén la beldad suma,
Y las reliquias de su atrevimiento
Esconda el desengaño en poca espuma.

Luis de Góngora y Argote, 1583
A UNOS ÁLAMOS BLANCOS

Gallardas plantas, que con voz doliente
Al osado Faetón llorastes vivas,
Y ya sin invidiar palmas ni olivas,
Muertas podéis ceñir cualquiera frente,

Así del Sol estivo al rayo ardiente
Blanco coro de Náyades lascivas
Precie más vuestras sombras fugitivas
Que verde margen de escondida fuente,

Y así bese (a pesar del seco estío)
Vuestros troncos (ya un tiempo pies humanos)
El raudo curso deste undoso río,

Que lloréis (pues llorar sólo a vos toca
Locas empresas, ardimientos vanos)
Mi ardimiento en amar, mi empresa loca.

Luis de Góngora y Argote, 1584

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