Media España ocupaba España entera
con la vulgaridad, con el desprecio
total de que es capaz, frente al vencido,
un intratable pueblo de cabreros.
Barcelona y Madrid eran algo humillado.
Como una casa sucia, donde la gente es vieja,
la ciudad parecía más oscura
y los Metros olían a miseria.
Con la luz de atardecer, sobresaltada y triste,
se salía a las calles de un invierno
poblado de infelices gabardinas
a la deriva bajo el viento.
Y pasaban figuras mal vestidas
de mujeres, cruzando como sombras,
solitarias mujeres adiestradas
-viudas, hijas o esposas-
en los modos peores de ganar la vida
y suplir a sus hombres. Por la noche,
las más hermosas sonreían
a los más insolentes de los vencedores.
sábado, 10 de noviembre de 2007
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2 comentarios:
Gracias por el blog! es una gran idea. Acabo de cogerte prestado a Gil de Biedma, lo usaré en el aula para que entiendan la idea de Guerra Civil.
Seguro que volveré a visitar Sopa de piedra
Y esa España que nos parece tan lejana, y tan ajena a la que fue hace apenas tres años, de nuevo, es presa ansiada de los mismos que la postraron por entonces. Esos "mismos" son sencillamente los de siempre, y suelen reconocerse porque llenan su boca con España, solo un nombre, y van alardeando de que les duele... Pero les duele en lo que afecta a su poder de caciques, ese que, no solo heredan, sino que fortalecen con amedrentadoras redes clientelares, o sencillamente robándoles a la gente cuyo dinero administran. Y, sin embargo, no parece que hayamos aprendido a verlos como a nuestros peores enemigos ...
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