jueves, 18 de abril de 2013
miércoles, 7 de mayo de 2008
Mona Lisa encuentra a Buda
Allá arriba, en el cielo, las cortinas ondularon, las cortinas ondularon, las cortinas ondularon y Mona Lisa entró por un extremo de una pequeña sala en la que colgaban muchas cortinas.
Allá ariba, en el cielo, las cortinas ondularon, ondularon, ondularon, y el Buda entró en la sala por el otro extremo.
Se sonrieron.
Spencer Holst (U.S.A, 1926 - 2001)
domingo, 9 de marzo de 2008
Historia
Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.
Julio Cortázar
miércoles, 13 de febrero de 2008
Parábola china
Un anciano llamado Chunglang, que quiere decir «Maese La Roca», tenía una pequeña propiedad en la montaña. Sucedió cierto día que se le escapó uno de sus caballos y los vecinos se acercaron a manifestarle su condolencia.
Sin embargo el anciano replicó:
-¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!
Y hete aquí que varios días después el caballo regresó, y traía consigo toda una manada de caballos cimarrones. De nuevo se presentaron los vecinos y lo felicitaron por su buena suerte.
Pero el viejo de la montaña les dijo:
-¡Quién sabe si eso ha sido un suceso afortunado!
Como tenían tantos caballos, el hijo del anciano se aficionó a montarlos, pero un día se cayó y se rompió una pierna. Otra vez los vecinos fueron a darle el pésame, y nuevamente les replicó el viejo:
-¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!
Al año siguiente se presentaron en la montaña los comisionados de «los Varas Largas». Reclutaban jóvenes fuertes para mensajeros del emperador y para llevar su litera. Al hijo del anciano, que todavía estaba impedido de la pierna, no se lo llevaron.
Chunglang sonreía.
Hermann Hesse
domingo, 3 de febrero de 2008
Los dos monjes y la hermosa muchacha
-Vamos, muchacha -dijo Tanzán sin más. Y, levantándola en sus brazos sobre el barro, la pasó al otro lado.
Ekido no dijo ni una sola palabra, hasta que, ya de noche, llegaron al monasterio. Entonces no pudo resistir más.
-Los monjes como nosotros -le dijo a Tanzán- no deben acercarse a las mujeres, sobre todo si son bellas jovencitas. Es peligroso. ¿Por qué lo hiciste?
-Yo la dejé allí -contestó Tanzán-. ¿Es que tú todavía la llevas?
Anónimo japonés
sábado, 26 de enero de 2008
Microcuento
Ana María Shúa
miércoles, 23 de enero de 2008
El verdugo
Era un atareado día de ejecuciones y él despachaba cada hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo. Llegó el duodécimo hombre, empezó a subir el patíbulo y Wang Lun, con un golpe de su espada, lo decapitó con tal celeridad que la víctima continuó subiendo. Cuando llegó arriba, se dirigió airadamente al verdugo:
-¿Por qué prolongas mi agonía? -le preguntó-. ¡Habías sido tan misericordiosamente rápido con los otros!
Fue el gran momento de Wang Lun; había coronado el trabajo de toda su vida. En su rostro apareció una serena sonrisa; se volvió hacia su víctima y le dijo:
-Tenga la bondad de inclinar la cabeza, por favor.
Arthur Koestler (Hungría, 1905-1983)
domingo, 6 de enero de 2008
La luz regalada
Un mes más tarde era casi de noche cuando sonó el timbre del interfono. La voz de Matilde anunció desde la puerta de la calle que ya estaban de vuelta en la ciudad y que se morían de ganas por saludarlos y por ver la nueva casa, iba a ser solamente un momento. Sí claro, cómo no, qué alegría, empujad la puerta, el ascensor está a
Matilde y Juan hacían sonar ya el timbre de
Al encender la luz de la entrada al dormitorio, una combinación de magia y pasmo se apoderó de todos: en una habitación por lo demás oscura una inesperada luz ambiental difusa surgía entre misteriosa y casi susurrante desde debajo de la cama.
P. Crespo, 6 enero 2008
miércoles, 28 de noviembre de 2007
El fin
-Y he encontrado la ecuación clave –dijo un buen día a su hija-. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, dicho campo.
Apretando un botón mientras hablaba, dijo:
-Esto hará retroceder el tiempo el retroceder hará esto –dijo, hablaba mientras botón un apretando.
-Campo dicho, invertir incluso e, manipular puede fabricado he que máquina la. Campo un es tiempo el. –Hija su a día buen un dijo-. Clave ecuación la encontrado he y.
Años muchos de largo lo a tiempo del teoría la en trabajado había Jones profesor el.
Fin el
Fredric Brown ( USA, 1906 - 1972)
domingo, 25 de noviembre de 2007
El dinosaurio
Augusto Monterroso
Esta composición del escritor guatemalteco ha sido considerada durante muchos años como el relato más breve de la literatura universal.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Huellas
Una pareja venía caminando por la sabana, en el oriente del África, mientras nacía la estación de las lluvias. Aquella mujer y aquel hombre todavía se parecían bastante a los monos, la verdad sea dicha, aunque ya andaban erguidos y no tenían rabo.
Un volcán cercano, ahora llamado Sadiman, estaba echando cenizas por la boca. El cenizal guardó los pasos de la pareja, desde aquel tiempo, a través de todos los tiempos. Bajo el manto gris han quedado, intactas, las huellas. Y esos pies nos dicen, ahora, que aquella Eva y aquel Adán venían caminando juntos, cuando a cierta altura ella se detuvo, se desvió y caminó unos pasos por su cuenta. Después, volvió al camino compartido.
Las huellas humanas más antiguas han dejado la marca de una duda.
Algunos añitos han pasado. La duda sigue.
Eduardo Galeano (Uruguay, 1940).
Historiador y periodista que ha incorporado la poesía a la historia y al periodismo.
lunes, 19 de noviembre de 2007
MICRORRELATO
¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, grita el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio.
Ana María Shúa
CIENCIA
En algún lugar de los vastos arenales de Marte hay un cristal muy pequeño y muy extraño. Si alzas el cristal y miras a través de él, verás el hueso detrás de tu ojo y, más adentro, luces que se encienden y se apagan, luces enfermas que no consiguen arder. Son tus pensamientos.
Si oprimes entonces el cristal en el sentido del eje medio, tus pensamientos adquirirán claridad y justeza deslumbrantes, descubrirás de un golpe la clave del Universo todo, sabrás por fin contestar hasta el último por qué.
En algún lugar de Marte se halla ese cristal. Para encontrarlo hay que examinar grano por grano los inacabables arenales. Sabemos, también, que cuando lo encontremos y tratemos de recogerlo, el cristal se disgregará, sólo nos quedará un poco de polvo entre los dedos.
Sabemos todo eso, pero lo buscamos igual.Héctor G. Oesterheld