La luna, madre encorvada, pidió a su hijo:
"No sé dónde anda tu padre. Llévale noticias
de mí".
Partió el hijo en busca del más intenso
de los fuegos. No lo encontró en el mediodía,
donde el sol bebe su vino y baila con sus mujeres
al son de los atabales. Lo buscó en los horizontes
y en la región de los muertos. En ninguna de sus cuatro
casas estaba el sol de los pueblos tarascos.
El lucero continúa persiguiendo a su padre por el cielo.
Siempre llega demasiado temprano o demasiado tarde .
Eduardo Galeano
1 comentario:
A partir de ahora contemplaré a Venus con ojos renovados. Gracias Alina, por tan preciosa aportación.
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