Rosa y Alfredo recibieron el regalo de bodas por parte de Matilde y Juan con dos semanas de antelación, porque un problema familiar obligaba a éstos a ausentarse por un tiempo y lo sentimos, pero no podremos asistir. Justo las lámparas que necesitamos para las mesillas de noche, agradeció Rosa al abrir la caja, muchas gracias, nosotros también lamentamos que no podáis acompañarnos, pero la familia es lo primero. Cuando las parejas se despidieron, Rosa y Alfredo estuvieron de acuerdo en que aquellas lámparas eran lo más distante de su gusto que podían imaginar, de modo que una vez se instalaron en su nueva casa las dichosas lámparas fueron a parar al fondo de un armario a la vez que otras más acordes con su apreciación estética ocuparon las dos mesillas en el dormitorio. Un mes más tarde era casi de noche cuando sonó el timbre del interfono. La voz de Matilde anunció desde la puerta de la calle que ya estaban de vuelta en la ciudad y que se morían de ganas por saludarlos y por ver la nueva casa, iba a ser solamente un momento. Sí claro, cómo no, qué alegría, empujad la puerta, el ascensor está a la derecha. Rosa y Alfredo se movieron con diligencia: primero escondieron las lámparas debajo de la cama, y luego instalaron en las mesillas las que guardaban previsoramente en el armario.
Matilde y Juan hacían sonar ya el timbre de la entrada. Qué bien, ya de regreso. Sí, qué casa más preciosa, qué buen gusto. Y algo más tarde: este es el cuarto de baño principal y aquí el dormitorio,... espera que ya está oscuro...
Al encender la luz de la entrada al dormitorio, una combinación de magia y pasmo se apoderó de todos: en una habitación por lo demás oscura una inesperada luz ambiental difusa surgía entre misteriosa y casi susurrante desde debajo de la cama.
P. Crespo, 6 enero 2008
4 comentarios:
Con lo cómodo que hubiera sido para todos que Matilde y Juan regalaran un cheque para contribuir a pagar el viaje a las Seychelles o el televisor de 40 pulgadas... ¿no es hora de reflexionar ya sobre las farsas de las bodas y la esclerosada costumbre de los regalos? Por cierto, ¿por qué no se devuelven éstos cuando al año las parejas se separan?
¡Pues es muy gracioso!
Tomo nota para darlo en la escuela, si el autor me autoriza.
Pues claro, Alina, y será un honor. Me gustaría volver a ponerle el título que se me ocurrió primero: "La luz regalada", y que luego cambié al actual más prosaico por temor a avanzar pistas.
Este breve relato está basado en un supuesto hecho real, ya no recuerdo si oído por la radio o contado por unos amigos.
Hay que abrir una etiqueta para relatos "trágametierra" aunque opino como jmaio que ¡bien merecido! Propongo iniciar una campaña contra la neurótica manía de regalos obligatorios.
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