Tangencia
Era una noche quieta,
un descuidado otoño;
como en un cuento fácil,
tuvimos luna roja.
La ciudad a nuestro pie:
amasadas con orden,
hipertrofiadas estrellas,
y cúbicas galaxias.
Tu fuiste tierna y tibia,
como tu poncho, suave,
y te quiso sin prisas
mi corazón cansado.
Tus caricias tan limpias
yo no las merecía
(Las mías fueron torpes,
tú lo perdonas todo).
Tangencia espiritual,
nuestro primer contacto:
el eco de tu aliento
yo llevaré en mi aliento,
y el borde de tu alma
irá unido a la mía.
P. Crespo, (1967 ?)
jueves, 14 de febrero de 2008
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