El poema mataba a la poesía
con su opresión
su límite,
su forja.
Dentro del verso el aire se volvió
irrespirable como un cuervo muerto.
Tiré al suelo las sílabas,
sajé las alteraciones,
desanduve la música,
olvidé las ideas en su sombra,
y una vez abolida la estructura,
salí fuera, miré los árboles,
toqué la luz de la luna en el agua,
corté una flor,
le dije algo vital a una mujer,
Volví a mi casa
me dispuse a escribir.
Mas ya escribir era traición.
Y traicioné.
2 comentarios:
Es muy bueno. Me ha recordado uno de León Felipe, en defensa del verso libre. A ver si lo encuentro y lo subo.
perfecta réplica
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