Cediendo a mi descrédito anhelante,
la mesticia que tengo me defrauda,
y aunque el favor lacónico me aplauda,
preces indico al celestial turbante.
Ostento al móvil un mentido Atlante,
húrtome al Lete en la corrida rauda,
y al candor de mi sol, eclipse en cauda,
ajando voy mi vida naufragante.
Afecto aplauso de mi intenso agravio
en mi valor brillante, aunque tremendo,
libando intercalar gémino labio
¿entiendes, Fabio, lo que voy diciendo?
- Y cómo si lo entiendo. –Mientes, Fabio;
que soy yo quien lo digo y no lo entiendo.
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3 comentarios:
No sabes qué alivio, cuando llegué al final. Y es que no entendía nada!
¿Se podría entender como una indirecta más a Góngora? Al parecer Quevedo no sufría bien el conceptualismo de su contemporáneo.
¿No fue Góngora reivindicado por los poetas de la generación del 27?
Claro. Góngora manipula el lenguaje, lo trabaja concienzudamente. Esta exaltación del lenguaje por el lenguaje mismo, fue lo que atrajo a la Generación del 27.
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