Vasija de barro es una famosa canción ecuatoriana, que se ha convertido en un símbolo del país y por extensión también de la cultura andina. Se trata de un danzante, y sus autores son Luis A. Valencia y Gonzalo Benítez. Existe una versión, que tiene visos de leyenda urbana, según la cual los versos se gestaron durante una reunión en casa del pintor Osvaldo Guayasamín, y en ellos participaron varios de los congregados, que iban añadiendo las líneas de la letra en una página en blanco de un libro de Proust (algo así como un poema a cuatro manos).
Aquí presentamos la versión a cargo de Paco Ibáñez. Sería más conveniente la de un grupo andino, pues los instrumentos apropiados son las guitarras, el charango, el bombo y las quenas, pero no hemos encontrado ninguna que nos convenza. Seguiremos buscando.
Yo quiero que a mí me entierren
como a mis antepasados. (bis)
En el vientre oscuro y fresco
De una vasija de barro. (bis)
Cuando la vida se pierda
tras una cortina de años, (bis)
vivirán a flor de tiempo
amores y desengaños. (bis)
Arcilla cocida y dura,
alma de verdes collados, (bis)
barro y sangre de mil hombres,
sol de mis antepasados. (bis)
Cuando la vida se pierda
tras una cortina de años,(bis)
vivirán a flor de tiempo
amores y desengaños. (bis)
De ti nací y a ti vuelvo,
arcilla, vaso de barro. (bis)
Con mi muerte vuelvo a ti,
a tu polvo enamorado. (bis)
Luis A. Valencia y Gonzalo Benítez
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1 comentario:
Estimado asociante Pneuma: se ve el mismo espíritu de la última
ventana de Galeano: la continuidad, la eternidad que da la tierra.
Y reaparece el "polvo enamorado" de Quevedo.
Hermosa versión de una hermosa canción.
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