No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
la afición al misterio,
el culto a la ceniza,
a cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
para lo inhabitado.
Cuando venga a buscarme,
díganle:
"se ha mudado".
Oliverio Girondo
domingo, 3 de febrero de 2008
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1 comentario:
Directo y contundente. Hay veces en que uno deplora que no se le haya ocurrido antes una idea como esa. Aunque de la comunión espiritual también se vive.
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