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jueves, 6 de diciembre de 2007

La leyenda del tiempo


La obra de teatro Así que pasen cinco años de Federico García Lorca lleva el subtítulo Leyenda del tiempo en tres actos y cinco cuadros y es de 1931.

El acto tercero se inicia, en su cuadro primero, como abajo se indica:

Arlequín.
El sueño va sobre el tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño.

(Se pone una careta de alegrísima expresión.)
¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
(Se quita la careta.)
El tiempo va sobre el sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.

(Se pone una careta de expresión dormida.)
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
(Se la quita.)
Sobre la misma columna,
abrazados sueño y tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.

(Con una careta)
¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
(Con la otra.)
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Y si el sueño finge muros
en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

.....

Este fragmento sirvió de base a Ricardo Pachón para su Leyenda del tiempo, que canta Camarón de la Isla.

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

El tiempo va sobre el sueño
Hundido hasta los cabellos
Ayer y mañana comen
Oscuras flores de duelo

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

Sobre la misma columna
Abrazados sueño y tiempo
Cruza el gemido del niño
La lengua rota del viejo

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

Y si el sueño finge muros
En la llanura del tiempo
El tiempo le hace creer
Que nace en aquel momento

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

Sin que yo lo gobierne mi recuerdo ha retrocedido en busca de tu imagen entristecida, Carmela, en aquel verano del 92, cuando me referías con ojos todavía humedecidos cómo habías acompañado en el hospital de Badalona a la mujer de Camarón. Y recuerdo también cómo no supe medir yo entonces la enorme dimensión de la tragedia: se truncaba prematuramente un sendero original que se abría en persecución de una nueva forma del flamenco.

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