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jueves, 20 de diciembre de 2007

Quédate en los peldaños...

Quédate en los peldaños
bajos de la escalera,
donde tu mano alcance
las flores de la tierra,
la copa desbordante
de dicha pasajera
y el santo pan dorado
que Dios puso en la mesa.
Donde alcance tu mano
a las ramas primeras
de los ya inofensivos
árboles de la ciencia,
fuertes para el columpio
de tu alegría ingenua,
pero que no soportan
la retorcida cuerda
a cuyo extremo toda
la eternidad ya pesa.

Quédate en los peldaños
bajos de la escalera,
donde el amor sencillo
tu boca besar pueda
con levantar un poco
al cielo la cabeza.

No te atraiga la hermosa
curva de la escalera.
Después, ya no hay barandas
y los peldaños tiemblan.
Y nadie bajar puede
ni llegar a la meta,
y el alma sola y alta
sin lágrimas se hiela.


Conrado Nalé Roxlo

2 comentarios:

Pneuma dijo...

No era necesario que fueras tan dura. Ya reparaba yo solito que los años se me han ido como arena entre los dedos embelesado por la curva de la escalera (tampoco hay que desdeñarlas, pueden ser circulares, helicoidales, en espiral o de caracol, de cuatro centros, de
arco, de estribo, oblongas, elípticas y ovaladas.)

Alina M dijo...

Pues tú ya sabes, Pedro: algunos poetas son muy limitados en cuanto a la posibilidad de imaginar escaleras, y suplen esa deficiencia dando consejos que nadie les pidió, a aquellos que sí tienen esa posibilidad.